"El periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas"

George Orwell

viernes, 9 de mayo de 2014

El dinero como moneda de cambio a una vida



Es bien sabido por todos y cada uno de los españoles que nuestro tan querido (y difícil de conseguir) estado del bienestar está desapareciendo. Lo oímos en la radio, lo vemos en la tele, lo comentamos en el trabajo, sabemos que nos están quitando aquello que tanto costó conseguir en su día. Privilegios dirán unos, necesidades básicas clamarán otros.
A pesar de todos los flancos que han sido heridos del estado de bienestar (educación, empleo, derechos sociales…), esta vez quiero centrarme en la Sanidad. El proyecto de privatización de la sanidad pública (que por suerte no llegó a producirse) nos golpeó como un mazazo. Hay cosas esenciales con las que no podemos jugar, una de ellas es la vida de las personas. No podemos creernos dioses (como algunos políticos pretenden erigirse) y decidir quiénes pueden ser tratados por los médicos y quiénes no por algo tan frío como el dinero. La sociedad se ha constituido de una manera tan superficial que hasta la vida de las personas parece comerciarse por unas monedas. Por supuesto que los servicios sanitarios no crecen de los árboles y es necesario pagar por ellos, pero tantos años de sanidad pública nos han hecho ver que este modelo es posible.
En resumidas cuentas, la privatización no llegó a producirse, pero en la guerra entre políticos y ciudadanos quedaron heridos. Estos heridos son los hospitales cerrados, la gente despedida… Para darse cuenta del duro golpe que ha sufrido la sanidad solo hay que acudir a alguno de los hospitales públicos que sigue habiendo en pie. El personal se ha reducido de manera drástica: las actividades en el hospital (como el traslado de los enfermo de ala en ala por los celadores) se han ralentizado porque la cantidad de gente que hay no es suficiente para los enfermos que reciben. Los días de fiesta el hospital se queda en las últimas, prácticamente, queda el personal indispensable (e incluso menos del mínimo) para atender a todos los ingresados. ¿La culpa? Los recortes. Esa palabra que tan acostumbrados a oír estamos se ha materializado en tantos sectores de nuestra sociedad que hasta es difícil contabilizarlos, lo que sí es fácil de ver son aquellos derechos que han ido desapareciendo o disminuyendo a medida que pasaba el tiempo.
Puede que la sanidad no haya acabado por privatizarse y que ello sea una buena noticia de la cual alegrarse, pero también tenemos que tener en cuenta todo lo que ha ido desapareciendo por el camino. Los mismos políticos que acuden a la sanidad privada para sus operaciones o revisiones, recortan en la sanidad pública, la única que puede permitirse la mayoría de las personas. Muchos de ellos deberían recordar que con la vida de una persona no se juega.

domingo, 27 de abril de 2014

La incertidumbre de ser becado


El próximo martes a las 18:30 la plataforma Afectados por las Becas convoca una manifestación contra el recorte en las ayudas educativas. Esta protesta, que se hará frente al Ministerio de Educación, tiene por objeto llamar la atención de la élite política sobre el caos que está causando en esta materia tan importante y básica como es la educación. 

Según publica Carlos Enrique Bayo, director de Público, el ministro Wert ha llegado a reconocer hasta un tijeretazo de 300 euros de media por alumno. Cantidad que él, en su posición no considera significativa, pero que para muchos alumnos significa pagar un mes el alquiler o incluso tres meses de transporte. 

Es la primera vez que nos vemos ante una bajada tan significativa en los últimos 15 años, que obliga a muchos estudiantes a sacrificar oportunidades, sueños y sobre todo, ese lujo que ahora es más bien una utopía, como es la comodidad. Para una gran mayoría, estudiar una carrera universitaria implica trabajar durante horas para poder pagar la matrícula, lo que evidentemente influye (más tarde o más temprano) en los resultados académicos. 

Otro dato significativo es la subida de la cuantía media de becas no universitarias, que ha aumentado de 1.326 a 1.482 euros, justo cuando las matrículas universitarias alcanzan tasas desorbitadas. 

La inversión en educación (1.45 billones en ayudas y becas) , según la plataforma Civio, choca de bruces con la inversión en otras materias como los 6.45 billones en defensa o los 9.49 billones en orden público y seguridad. 

Al recorte en la cantidad también se le añade el retraso en el envío. La parte que corresponde a la cuantía variable está siendo notificada a los alumnos, por lo general, a mediados de abril y principios de mayo. Actuación evidentemente criticable ya que a estas alturas apenas queda un mes de curso para la mayoría de las universidades, y más cuando el plazo para la notificación terminaba el 15 de abril. 

Según Ana García, Secretaria General del Sindicato de Estudiantes, "queremos denunciar la indefensión absoluta de los estudiantes en esta situación, el ministerio no ofrece las cifras con las que ha calculado la parte variable por lo que los alumnos no pueden saber si el dinero notificado es el que realmente les corresponde o hay algún error como ya pasó con las partes fijas", opacidad que provoca la incertidumbre a los estudiantes disgustados con sus becas. 

Asimismo, la Federación de Estudiantes Progresistas, junto con Estudiantes en Movimiento y Afectados por las Becas han convocado conjuntamente una huelga el día 8 de mayo, para protestar contra los recortes en educación, retrasos y tijeretazos en las ayudas, y para volver a pedir la retirada de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). 




viernes, 25 de abril de 2014

Un futuro incierto en el periodismo de guerra

“Si yo dejase de trabajar como periodista, el mundo sería igual de injusto. Si cien periodistas dejasen de trabajar, el mundo sería igual de injusto. Sin embargo, si todos los periodistas dejásemos de trabajar a la vez, el mundo sería infinitamente más injusto.” Son palabras de José Antonio Guardiola, director del programa En Portada de RTVE y corresponsal de guerra.
Hoy en día, la profesión de corresponsal de guerra, con esa aura que la rodea de aventuras y romances en lugares exóticos, ve peligrar sus días de existencia o, por lo menos, está sufriendo un grave cambio que trastoca la tradicional forma de hacer periodismo. Cada vez hay menos enviados especiales por parte de los periódicos o los medios audiovisuales, pero esto no hace que las guerras desaparezcan y alguien tendrá que informar de ellas. La figura del freelance se ha extendido hasta puntos insospechados dentro del periodismo español. La gente sigue queriendo contar lo que ocurre en países como Siria y, sin pensárselo dos veces, se cogen un avión hacia un destino en guerra con la intención de no solo narrar el curso de los acontecimientos, sino de denunciar a los asesinos y proteger a los que sufren las crueles consecuencias de los enfrentamientos.
Este afán que tanto caracteriza a los freelance de dar a conocer las miserias de la vida humana, de poner voz a todas las víctimas de los atroces crímenes que se cometen a diario en las zonas que se encuentran en conflicto, les aleja de todo tipo de comodidades y, sobre todo, a una profesión que actualmente se encuentra muy mal pagada. Uno de los principales problemas por los que protestan todos los freelance españoles es la bajada radical que se ha producido en las tarifas que se pagan por las crónicas o los reportajes. Numerosos periodistas se ven obligados a vender sus artículos por 20 o 30 euros. Artículos que les han costado poner su vida en juego durante días o semanas. A estos paupérrimos pagos se le une la gran indignación que causa el saber que grandes magnates que controlan medios de comunicación reciben anualmente sueldos millonarios.
No debemos pensar que toda la culpa de que el periodismo de guerra haya decaído en España se deba únicamente a las actuaciones realizadas por los medios de comunicación. Mejor realicemos una autocrítica y preguntémonos todos si nosotros mismos exigimos que haya un periodismo de calidad obtenido de los propios reporteros que se encuentran allí o nos conformamos con las noticias creadas por las grandes agencias de información internacional. ¿Queremos informarnos o preferimos entretenernos  con contenidos carentes de todo rigor periodístico y que no nos hagan pensar?
Como conclusión, podríamos decir que el futuro del periodismo, ya no solo el de los corresponsales de guerra, sino el de toda la profesión, es incierto, las cosas están cambiando, nos movemos hacia una época en la que todos los periodistas se van a convertir en autónomos. Puede que esto, a la larga se convierta en lo mejor que le podía ocurrir al periodismo para lograr una mayor calidad. Sin embargo, para llegar a buen puerto vamos a necesitar un mayor apoyo por parte de los medios de comunicación y una mayor exigencia de información y calidad por parte de los lectores.

martes, 17 de diciembre de 2013

Más palos y menos comida


Todos sabemos que hay noticias que no queremos oír, noticias que nos hacen sentir mal al ver la decadencia de la raza humana, pero estas noticias deben ser contadas para sacarnos de nuestra pequeña burbuja.

El pasado sábado, fallecían en Alcalá de Guadaíra tres miembros de la misma familia, el padre, la madre y una de sus hijas adolescentes. Esta vez, la culpa no era de un psicópata, o de un accidente de tráfico, esta vez, la culpa es de nuestros dirigentes y, por tanto, nuestra. Si, es hora de que todos aceptemos nuestra parte de culpa en esta crisis que estamos viviendo, tanto política como económica. Estas personas murieron por falta de recursos, por consumir día tras día alimentos que se encontraban caducados. Nadie pensó en ayudarlos, y con nadie me refiero a nuestros políticos, ese grupo de personas que dice trabajar para el país.

Por otro lado, la policía nacional quiere adquirir camiones con cañones de agua para disolver a los manifestantes, algo que nos hace retroceder en el tiempo. Pero bueno, ya nos vamos acostumbrando a volver a la época de la dictadura franquista y a todo lo que ello conllevaba, el problema está en que el coste de dichos camiones es de 493.000 euros. Con este dinero, y haciendo unas cuentas rápidas, podríamos decir que esta familia que ha muerto podría haber vivido unos 16 años más y no tendría que haber empezado este artículo con una noticia tan triste.

Pero mi indignación no acaba ahí, 3,26 millones de euros se ha gastado el Ministerio de Interior en material antidisturbios este año y 7,39 millones más en pagar seguridad privada en las cárceles españolas, un 202% más que con la seguridad pública. En total podríamos reunir unos 11 millones de euros, aunque si tenemos ojo nos podríamos llevar una parte nosotros. Con estos 11 millones de euros, cientos de personas que se encuentran en España en la pobreza podrían alimentarse durante dos años.

Querría acabar con una noticia alegre que nos animase a seguir luchando, pero la muerte de Peter O'Toole, protagonista de Lawrence de Arabia, me es imposible.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Periodista coraje

Después de la tan impopular Ley de (in) Seguridad Ciudadana, el Gobierno vuelve a sorprendernos. En su intento por silenciar las represalias y el afán de respuestas de los ciudadanos, ahora buscan callar a aquellos que pueden hacer las preguntas: los periodistas.

Ayer conocimos la noticia de la selección a "dedo" de las preguntas en las ruedas de prensa de la Moncloa. La Moncloa incumple así un pacto, que aunque límitado, permitía que dos o tres portavoces del gremio periodístico ejercieran su profesión. Pero claro, ¿cómo vamos a sorprendernos? Un pacto incumplido en el Partido Popular es el pan nuestro de cada día.

Y así suma otro varapalo más a la profesión, que tampoco parece ofenderse de manera escandalosa, sobre todo si hablamos de aquellos medios afortunados, seleccionados para preguntar. 

Preguntar, preguntar y preguntar. Pero señores periodistas, dejen de preguntar, que nos tienen afixiados hasta el cuello. Somos el Gobierno y somos el poder. Por favor, callen. Hablen de otro tipo de noticias, hay un montón de familias desahuciadas que querrán quejarse en sus pantallas (y que posiblemente nos votaron).

Compañeros, despertemos. En países como EEUU los periodistas abordan a presidentes y a ministros ante la ausencia de declaraciones, en lugares como UK las entrevistas son como mínimo duramente punzantes. Y aquí nos asustamos cuando Ana Pastor reitera su pregunta. 

Autocrítica. Y cambio. 
Cambio. Y colaboración.

Mongolia no va a reformar el sector sólo por sacar en portada a la Infanta ligerita de ropa. Y La Marea tampoco va a poder lograr su independencia editorial si no nos interesamos por otros medios más allá de los tradicionalistas y generalistas.

Ápice de cambio. Y renovación.

Y entonces, quizás, pero solo quizás lograremos que al menos los periodistas puedan ejercer su derecho, y también el de todos los ciudadanos, a la libertad de expresión. 


martes, 10 de diciembre de 2013

Un pueblo condenado al fracaso

Las noticias cambian conforme la realidad cambia. Si hace unos años, la noticia podía ser que los impuestos subían, o que el precio de la gasolina se disparaba, ahora todo es distinto. La noticia de hoy era que el precio del transporte público de la Comunidad de Madrid no va a subir este 1 de enero. Sinceramente, creo que es digno de montar una fiesta por todo lo alto. Después de años sufriendo subidas constantes del transporte, de hasta el 110% en el caso de los metrobuses de 10 viajes, ha llegado el momento de mantener los precios. Por lo menos por el momento, ya veremos a mediados de año. Pero tengo miedo. ¡Esta noticia me ha dado miedo! ¿Significa esto que ya no nos pueden exprimir más? ¿Qué la vaca no da más leche? ¿Qué nos han visto al borde del abismo? La verdad que no lo sé.
A lo mejor solo querían dar algo bueno de lo que hablar . Me imagino a Ana Botella, con los grandes directivos del Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid diciendo: "No les subáis el precio del metro, que a lo mejor de esta forma no se fijan en la privatización de la sanidad". De risa, la verdad.

De esta forma también nos adormecemos un poco más y protestamos un poco menos. Aunque yo no sé, si estamos dormidos o es que nos silencian. La ley de seguridad ciudadana, tan popular durante las últimas semanas, me hace pensar que nos acallan. Si salimos a la calle a protestar seremos multados, si grabamos a un policía ejerciendo de forma brutal la fuerza, seremos multados y si perdemos el DNI, tres veces o más en 5 años, seremos multados. De esta forma quién va a querer protestar.

Y para acabar hagamos una pequeña reflexión, como decía el Che Guevara: "un pueblo que no sabe leer ni escribir, es un pueblo fácil de engañar", pero un pueblo en el que lo más leído es "Ambiciones y Reflexiones" de Belén Esteban, es un pueblo condenado al fracaso.